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El gesto del arte contemporáneo es a veces percibido como invisible. Es cuestionado y anulado. Pero a veces es permanente.

 

La arena fuera del reloj











Casi invierno, el frio ya llegó. Es noviembre y la pandemia, contra todo pronóstico continúa.  Es noviembre 19 cuando México cruzó el umbral de los 100 mil muertes por covid ¿la reflexión es el número? escandaloso por su magnitud; increíble, por inconcebible.



Lo cierto es que son cien mil historias, cien mil lágrimas. Alguien conocido, lejano, cercano. El dolor multiplicado de 100 mil deudos. El inimaginable dolor que el número representa. Es lo que vende, apuntan los medios, cuando se escribe la noticia.

El conteo que gota a gota va aumentando hasta convertirse en un diluvio, que con una lupa se reduce a uno.



El dolor es uno, es cada uno, cada grano de arena de cada retrato que Rafael Lozano-Hemmer multiplica para crear un memorial que parece no tener fin.  Duele cada grano de arena, cada retrato, cada historia. ¿Cómo pasó esto? ¿Cuándo?



La huella que no se borra.  Es la impresión de una vida. Es el duelo negado. Es la estupefacción ante la enfermedad y la muerte.



Con la obra La arena fuera del reloj. Memorial a las víctimas de COVID-19, el artista contemporáneo, Lozano-Hemmer propone la creación de un memorial remoto y participativo para las víctimas de la pandemia, el cual opera a través del sitio web del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).



“Además del monstruoso confinamiento con que muchos experimentamos nuestra agonía aislados en el aparato de los hospitales, el peligro del contagio nos ha privado de siquiera tomar la mano de quienes amamos en el momento de su tránsito. El dolor no se mitiga y se sostiene de la experiencia colectiva del rito y la expresión pública de duelo. Casi sin remedio, hemos llegado al punto donde el dolor ocupa el más mínimo espacio posible de expresión: una docena de caracteres torpemente expresados en un mensaje electrónico”, menciona Cuauhtémoc Medina, curador del MUAC.



La esperanza del recuerdo, de la permanencia. La lucha contra el olvido. La voz alzada. Aquí estuve. Aquí estoy.  Sófocles en el Coro de Antígona escribió “hay muchas cosas maravillosas, pero ninguna más maravillosa que el hombre”. Por más breve que sea la vida humana es un continuo riesgo y una constante apuesta que exige atrevimiento y arrojo. La esperanza posee en sí la infinita trascendencia.

Una generación contempla y sufre. Una generación espera. También las noticias sobre la vacuna que nos va a salvar a todos acapara la atención. Es un suspiro detenido que pugna por salir.

Rostros efímeros formados por miles de cristales de arena sobre una plataforma de Papel. Un instante ocupado por una sonrisa eterna: Querida Ismaela, compañera de mil batallas; siempre trabajador, yogui de corazón, con buena salud hasta el día en que contrajo el virus; Querida amiga, te fuiste inesperadamente tan llena de vida y de sueños; Alfredito de nuestros amores, gracias por compartir tantas alegrías, tantos consejos, tantos regaños… Retratos llenos de esperanza que miran al futuro. Historias congeladas en puntos suspensivos.

“No nos equivoquemos: si bien una máquina es la autora de este retrato que se transmite a la distancia por vía de paquetes de electrones, la conexión que establece entre nosotros es una honda corriente que atraviesa nuestra mente y nuestros cuerpos. Aunque la acción ocurre en la red desmaterializada del internet, tiene como objetivo ser un memorial plenamente tangible: en tiempo real asistimos a la creación de un rostro trazado en la arena, ese medio que marca tanto el paso del tiempo como nuestra propia materialidad. Esta condición está inscrita en la producción misma de la obra. A lo largo de toda la producción de esta pieza, la arena no cambia: es un mismo cuerpo que forma un número ilimitado de reflejos”, comenta Cuauhtémoc Medina.

La arena fuera del reloj. Memorial a las víctimas de COVID-19 (https://memorialcovid-lozano-hemmer.web.app) es una pieza colectiva, un homenaje a la vida que convoca deudos y amigos de quienes han perdido la vida en 2020 a enviar retratos fotográficos que se integrarán en el homenaje llevado a cabo por medio de la telepresencia. La obra es un altar compartido y un ceremonial adaptado a las condiciones de vida y tecnologías del siglo XXI.

Hoy duele escribir. Pero no recordar. No ofrecer un homenaje.


Una oración, un pensamiento. Un minuto de silencio. Un mar de silencio por ellos. Por todos.

Fuentes “El principio esperanza” Bloch.

MUAC
Publicado La Jornada Semanal

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