Alguien toca música desde una consola, llega comida y agua, todas somos ya compañeras. La acción es un llamado a la sororidad por el 8 de marzo. Una protesta a gritos de color. Una gran pared rescatada. Niñas, jóvenes, compas, mujeres unidas con un objetivo.
Podías participar donando pintura, brochas, comida, agua. Podías pintar, podías recitar poesía, podías tocar música, podías bailar. Más que una protesta, más bien además de una protesta contra la violencia de género, fue un rescate al olvido (que no del olvido).
Durante varios días se trazó, fondeó, formó, pintó, sombreó, iluminó, detalló, el mural. El viernes, 12 de marzo, día de la Samaritana se inauguró y como es debido hubieron muchas aguas frescas. Chido, chido.
Las curadoras y organizadoras Dea López y Diana Cuéllar Ledesma incluso organizaron una colecta por medio de PayPal. El resultado: una pared que no solo es historia, es futuro y colaboración. Es amistad y conversación. Es un trago compartido.
“Todas las morras que estamos aquí es porque nos sentimos identificadas con la historia del mural. Todas hemos estado en el papel de María Izquierdo en el que nos pasan por el arco del triunfo por ser morras en el arte”. Comenta Dea.
La ubicación no se hizo pública. Lo primero que me ofrecieron cuando llegué fue una cerveza y a las 12 del día en el centro de Oaxaca se agradeció.
“Ha sido bellísimo, trabajar con mujeres es otro pedo, la neta. Justo platicando ayer dijimos es muy fácil trabajar entre todas. Sin guerra de egos. Las chavas llegan y llegan y traen cosas, la abuela te manda galletitas, la vecina nos manda garrafones. Llegaron muchísimas chavas, más de las que esperábamos. Y yo; a ver si nos aguantan los andamios”.
“El mural está en El Barrio de Jalatlaco, fuimos a muchas casas. Buscamos muchos muros, entonces una vecina que vende cenas nos dejó usar su pared. El mural tiene motivos de maíz, fue muy de vecinos. La doña preciosa, nos dio permiso de usar todo lo que necesitáramos”.
La tragedia y La música dos tableros transportables de María Izquierdo que hoy están en la Facultad de Derecho, en Ciudad Universitaria-UNAM son obras preparatorias para un mural que se había comisionado a la artista para realizar en el edificio principal del Palacio de Gobierno. El mural nunca se hizo. Hoy solo existen, además de las dos obras, el trazo original. Tendría como tema principal el llamado Milagro Mexicano. Sería la primera obra de una mujer que albergaría un edificio público. A pocos días de que Izquierdo comenzara su labor, Rojo Gómez, quien la contrató, canceló el contrato con la pintora sin dar, nunca, una explicación al respecto.
“Todo parece indicar que Izquierdo fue víctima de un boicot encabezado por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros pintores, quienes, lejos de promover una legítima discusión político-estética acerca de la artista y su trabajo, recurrieron a la descalificación machista para sustentar su posición contra ella”. Escribe en el texto curatorial del mural Diana Cuéllar.
Al final, solo Siqueiros aceptó públicamente que había dado su opinión sobre el asunto, aunque no aclaró su postura. Rivera, que al principio de la carrera de Izquierdo la apoyó, esta vez no la apoyó.
María Izquierdo fue la primera pintora mexicana que exhibió en el en el Centro de Arte de Nueva York. Fue en 1930. Diego Rivera, el entonces director de la Escuela Nacional de Bellas Artes dijo de María Izquierdo fue “una de las personalidades más atrayentes del panorama artístico, y uno de los mejores elementos de la academia”.
“Si no recupero el movimiento de mi mano derecha, pintaré con la izquierda; ¡o con las dos! ¿Qué más da? No se pinta con las manos; la pintura debe salir del alma, pasar por el cerebro y luego la emoción la debe derramar sobre una tela, madera o muro. Más aún, si mis manos no me sirvieran ya para pintar, colocaré los pinceles en mi boca y así pintaré. Esta es mi promesa a mí misma y a los demás y la cumpliré”. María Izquierdo.
Hoy el mural que debió ser es una acción poderosa y necesaria. Reivindica a una artista y a una feminista. Nos reivindica a todas. Lo hace desde una acción colaborativa que desdibuja el principio autoral y señala el pasado con el mismo dedo con el que marca las pautas del futuro”. Diana Cuéllar
Anitzel Díaz
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